Saltar para: Post [1], Pesquisa e Arquivos [2]



DE OLHOS NEGROS

Sexta-feira, 01.08.14

Apesar de ter pesquisado junto de alguns colegas, não consegui nenhum dado sobre este “Senhor” presente no Encontro. Não lhe querendo deixar-lhe a página em branco, transcrevo um poema de Miguel Ramos Carrión, dedicado a todos os “estorninhos” que, mesmo sem “ojos negros” passearam pelas ruas de Angra, nas década de 50/60: El Seminarista de Olhos Negros:

“Desde la ventana de un casucho viejo

 abierta en verano, cerrada en invierno

 por vidrios verdosos y plomos espesos,

 una salmantina de rubio cabello

 y ojos que parecen pedazos de cielo,

 mientas la costura mezcla con el rezo,

 ve todas las tardes pasar en silencio

 los seminaristas que van de paseo.

 

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,

 marchan en dos filas pausados y austeros,

 sin más nota alegre sobre el traje negro

 que la beca roja que ciñe su cuello,

 y que por la espalda casi roza el suelo.

                                                                                        

Un seminarista, entre todos ellos,

 marcha siempre erguido, con aire resuelto.

 La negra sotana dibuja su cuerpo

 gallardo y airoso, flexible y esbelto.

 Él, solo a hurtadillas y con el recelo

 de que sus miradas observen los clérigos,

 desde que en la calle vislumbra a lo lejos

 a la salmantina de rubio cabello

 la mira muy fijo, con mirar intenso.

 Y siempre que pasa le deja el recuerdo

 de aquella mirada de sus ojos negros.

 Monótono y tardo va pasando el tiempo

 y muere el estío y el otoño luego,

 y vienen las tardes plomizas de invierno.

 

Desde la ventana del casucho viejo

 siempre sola y triste; rezando y cosiendo

 una salmantina de rubio cabello

 ve todas las tardes pasar en silencio

 los seminaristas que van de paseo.

 

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,

 su seminarista de los ojos negros;

 cada vez que pasa gallardo y esbelto,

 observa la niña que pide aquel cuerpo

 marciales arreos.

 

Cuando en ella fija sus ojos abiertos

 con vivas y audaces miradas de fuego,

 parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,

 ¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!

 ¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!

 A la niña entonces se le oprime el pecho,

 la labor suspende y olvida los rezos,

 y ya vive sólo en su pensamiento

 el seminarista de los ojos negros.

 

En una lluviosa mañana de inverno

 la niña que alegre saltaba del lecho,

 oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;

 por la angosta calle pasaba un entierro.

 

Un seminarista sin duda era el muerto;

 pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,

 con la beca roja por cima cubierto,

 y sobre la beca, el bonete negro.

 Con sus voces roncas cantaban los clérigos

 los seminaristas iban en silencio

 siempre en dos filas hacia el cementerio

 como por las tardes al ir de paseo.

 

La niña angustiada miraba el cortejo

 los conoce a todos a fuerza de verlos...

 tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...

 el seminarista de los ojos negros.

 

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...

 y allá en la ventana del casucho viejo,

 una pobre anciana de blancos cabellos,

 con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,

 mientras la costura mezcla con el rezo,

 ve todas las tardes pasar en silencio

 los seminaristas que van de paseo.

 

La labor suspende, los mira, y al verlos

 sus ojos azules ya tristes y muertos

 vierten silenciosas lágrimas de hielo.

 

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo

 del seminarista de los ojos negros...”

 

Autoria e outros dados (tags, etc)

tags:

publicado por picodavigia2 às 07:11





mais sobre mim

foto do autor


pesquisar

Pesquisar no Blog  

calendário

Agosto 2014

D S T Q Q S S
12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31